En nuestra sociedad el nacimiento se ha convertido en un acto médico en el cual la mujer que pare y su bebé son objetos y no sujetos protagónicos. El cuerpo de la mujer y su bebé son intervenidos desde el más brutal de los poderes, es decir aquel que se ejerce sobre la propia conciencia, suplantando el poder y la confianza de la mujer en su propia capacidad de parir, de amamantar y de criar.
La medicalización del nacimiento y del postparto desconoce gravemente la naturaleza de nuestra especie ejerciendo una serie de procedimientos que pueden poner en peligro la vida y la salud.
En la mayoría de los centros de salud de nuestro país, tanto públicos como privados, se realizan una serie de procedimientos que privan al bebé de su hábitat, es decir, el pecho de su madre.
El bebé es SACADO del cuerpo de su mamá e inmediatamente se le corta el cordón umbilical (pinzamiento prematuro del cordón) impidiendo que la sangre de la placenta pase a su cuerpo, privándolo de la necesaria reserva de hierro que lo protegerá de anemia y obligándole a respirar violentamente.
Rápidamente el bebé es separado y sometido a una serie de procedimientos muy violentos, que se realizan de forma mecánica y rutinaria, independientemente de su condición de salud.
En este nuevo número de CRIANDOANDO encontrarás algunas claves para
reflexionar sobre los efectos de la separación de bebé de su madre y la incorporación de teteros desde el nacimiento.
Visita la sección Criandoando de este portal para ver todos nuestros números.
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10.2.13
¿Por qué las mamíferas humanas desconfían de su leche?
¿Cuántas veces has visto a
una madre que amamanta dudar de su propia leche? ¿Cuántas veces has escuchado a
mamás que dan el pecho afirmar que su leche no es suficientemente buena, que no
alimenta a su bebé o que es pura agua?
Hace poco una madre nos escribió angustiada por la salud de su bebé, y con mucha razón, pues el pediatra le insistía que su bebé no ganaba suficiente peso y requería la introducción de fórmula infantil. Inmediatamente la madre pensó que su leche no era buena, porque no le estaba haciendo bien a su bebé.
Como todas las consultas que recibimos, esta nos deja una reflexión que va más allá del caso concreto y que nos enriquece como acompañantes en lactancia y crianza. Nos preguntamos: ¿Por qué las mamíferas humanas desconfían de su leche? ¿Qué les hace pensar que la leche de vaca químicamente modificada (fórmula infantil) es mejor que la leche que produce su cuerpo, el mismo que gestó durante 9 meses a su bebé? ¿Qué les hace pensar que su leche podría hacerle daño a su bebé?
La creencia de que la leche materna puede perjudicar a un bebé, va mucho más allá de otra creencia -igualmente falsa- según la cual sólo algunas mujeres pueden amamantar. Que una mamá piense que su leche puede hacer daño a su bebé nos obliga a reflexionar como sociedad sobre los mensajes dirigidos a las mujeres en torno a la maternidad y a través de los cuales se siembra la desconfianza hacia sus propios cuerpos, el terror hacia lo natural.
Al llegar al embarazo, la mujer ya ha recibido un sinnúmero de mensajes negativos sobre la maternidad y la lactancia, provenientes de un sistema económico y social donde la reproducción de la vida y el cuidado de l@s otr@s no tiene valor, a menos que se pueda convertir en mercancía, y por lo tanto genere renta.
Lo más seguro es que esa mujer cuando niña no haya jugado a darle el pecho a sus muñecas, sino a darle teteros de fórmula infantil. Durante años, los medios de comunicación le han transmitido imágenes donde se relaciona el parto natural y la lactancia con sufrimiento, dolor. Por si fuera poco, durante la gestación, la industria médica en la figura del obstetra se encargará de reforzarle con pruebas “científicas” que es incapaz de dar a luz a su bebé, por lo que la única opción disponible es practicarle una cesárea programada.
Desde el mismo momento del nacimiento de su bebé, el centro de salud pone en práctica un protocolo que la aleja de su bebé y la posibilidad de una lactancia sin complicaciones y un poco más tarde al pediatra le corresponde la tarea de convencerla - con mensajes construidos por la industria que fabrica la fórmula infantil- que no pasa nada si no amamanta, al fin de cuentas la lata es igual de buena.
A esta madre, ya golpeada por el poderoso sistema empeñado en acabar con nuestro ser mamífero y separarnos de nuestros bebés, queda sumergida en un complejo entramado social que queriéndolo o no, también juega en contra de ella y su bebé, reproduciendo en la vida cotidiana los mismos mensajes negativos alrededor del parto y la lactancia, esta vez avalados por experiencias personales que los hacen muy convincentes, consiguiendo disminuir la confianza de la madre para producir tanto la leche materna como los cuidados que necesita su cría.
La mejor manera de evitar este juego perverso contra la lactancia es acompañando a la madre y a su bebé en su proceso, entendiendo que si se presentan dificultades durante el amamantamiento lo mejor es buscar ayuda concreta de personas/instituciones que se dediquen al acompañamiento en lactancia. Del entorno de la madre depende en buena parte que ella pueda alcanzar una lactancia placentera y continuada junto a su bebé.
Las imágenes que acompañan este artículo fueron tomadas de Internet
Hace poco una madre nos escribió angustiada por la salud de su bebé, y con mucha razón, pues el pediatra le insistía que su bebé no ganaba suficiente peso y requería la introducción de fórmula infantil. Inmediatamente la madre pensó que su leche no era buena, porque no le estaba haciendo bien a su bebé.
Como todas las consultas que recibimos, esta nos deja una reflexión que va más allá del caso concreto y que nos enriquece como acompañantes en lactancia y crianza. Nos preguntamos: ¿Por qué las mamíferas humanas desconfían de su leche? ¿Qué les hace pensar que la leche de vaca químicamente modificada (fórmula infantil) es mejor que la leche que produce su cuerpo, el mismo que gestó durante 9 meses a su bebé? ¿Qué les hace pensar que su leche podría hacerle daño a su bebé?
La creencia de que la leche materna puede perjudicar a un bebé, va mucho más allá de otra creencia -igualmente falsa- según la cual sólo algunas mujeres pueden amamantar. Que una mamá piense que su leche puede hacer daño a su bebé nos obliga a reflexionar como sociedad sobre los mensajes dirigidos a las mujeres en torno a la maternidad y a través de los cuales se siembra la desconfianza hacia sus propios cuerpos, el terror hacia lo natural.
Al llegar al embarazo, la mujer ya ha recibido un sinnúmero de mensajes negativos sobre la maternidad y la lactancia, provenientes de un sistema económico y social donde la reproducción de la vida y el cuidado de l@s otr@s no tiene valor, a menos que se pueda convertir en mercancía, y por lo tanto genere renta.
Lo más seguro es que esa mujer cuando niña no haya jugado a darle el pecho a sus muñecas, sino a darle teteros de fórmula infantil. Durante años, los medios de comunicación le han transmitido imágenes donde se relaciona el parto natural y la lactancia con sufrimiento, dolor. Por si fuera poco, durante la gestación, la industria médica en la figura del obstetra se encargará de reforzarle con pruebas “científicas” que es incapaz de dar a luz a su bebé, por lo que la única opción disponible es practicarle una cesárea programada.
Desde el mismo momento del nacimiento de su bebé, el centro de salud pone en práctica un protocolo que la aleja de su bebé y la posibilidad de una lactancia sin complicaciones y un poco más tarde al pediatra le corresponde la tarea de convencerla - con mensajes construidos por la industria que fabrica la fórmula infantil- que no pasa nada si no amamanta, al fin de cuentas la lata es igual de buena.
A esta madre, ya golpeada por el poderoso sistema empeñado en acabar con nuestro ser mamífero y separarnos de nuestros bebés, queda sumergida en un complejo entramado social que queriéndolo o no, también juega en contra de ella y su bebé, reproduciendo en la vida cotidiana los mismos mensajes negativos alrededor del parto y la lactancia, esta vez avalados por experiencias personales que los hacen muy convincentes, consiguiendo disminuir la confianza de la madre para producir tanto la leche materna como los cuidados que necesita su cría.
La mejor manera de evitar este juego perverso contra la lactancia es acompañando a la madre y a su bebé en su proceso, entendiendo que si se presentan dificultades durante el amamantamiento lo mejor es buscar ayuda concreta de personas/instituciones que se dediquen al acompañamiento en lactancia. Del entorno de la madre depende en buena parte que ella pueda alcanzar una lactancia placentera y continuada junto a su bebé.
Las imágenes que acompañan este artículo fueron tomadas de Internet
1.11.12
Mitos alrededor de la Lactancia Materna
Mito 11: Las mujeres con pezones planos o invertidos no pueden amamantar.
Este es un mito muy extendido en nuestra sociedad que lamentablemente ha impedido que muchas mujeres amamanten a sus bebés. Cuando entendemos cómo se agarra el/la bebé al pecho materno, inmediatamente nos damos cuenta que el tipo del pezón no es una condición para poder amamantar, todo lo contrario, le restamos importancia y nos concentramos en lo que realmente es fundamental para la lactancia materna.
La leche materna no se produce ni se deposita en los pezones, sean estos grandes, pequeños, invertidos, planos, semiplanos, puntiagudos, etc. La leche se produce en la glándula mamaria y viaja a través de los conductos hasta los pezones por donde sale a través de unos agujeritos milimétricos.
El rol de los pezones en la práctica de la lactancia materna se resume a la salida de la leche y a la estimulación que realiza el/la bebé para comunicarse con el cerebro de la mamá y así arrancar la producción de leche materna. Ambas funciones se pueden realizar perfectamente con pezones planos, semiplanos o invertidos. Además, el/la bebé no succiona del pezón para conseguir sacar la leche, sino debe hacerlo de la areola abriendo su boca y tomando la mayor cantidad de esta que le sea posible.
NUNCA olvidemos que somos mamíferas, y que nuestra especie se caracteriza por la producción de leche materna para la alimentación de sus crias.
Este es un mito muy extendido en nuestra sociedad que lamentablemente ha impedido que muchas mujeres amamanten a sus bebés. Cuando entendemos cómo se agarra el/la bebé al pecho materno, inmediatamente nos damos cuenta que el tipo del pezón no es una condición para poder amamantar, todo lo contrario, le restamos importancia y nos concentramos en lo que realmente es fundamental para la lactancia materna.
La leche materna no se produce ni se deposita en los pezones, sean estos grandes, pequeños, invertidos, planos, semiplanos, puntiagudos, etc. La leche se produce en la glándula mamaria y viaja a través de los conductos hasta los pezones por donde sale a través de unos agujeritos milimétricos.
El rol de los pezones en la práctica de la lactancia materna se resume a la salida de la leche y a la estimulación que realiza el/la bebé para comunicarse con el cerebro de la mamá y así arrancar la producción de leche materna. Ambas funciones se pueden realizar perfectamente con pezones planos, semiplanos o invertidos. Además, el/la bebé no succiona del pezón para conseguir sacar la leche, sino debe hacerlo de la areola abriendo su boca y tomando la mayor cantidad de esta que le sea posible.
NUNCA olvidemos que somos mamíferas, y que nuestra especie se caracteriza por la producción de leche materna para la alimentación de sus crias.
8.10.12
Preparación para la Lactancia Materna
Luego de tomar la decisión de amamantar a sus bebés, algunas mujeres se preguntan ¿qué puedo hacer durante el embarazo para prepararme para amamantar?
En realidad, el cuerpo femenino hace todo el trabajo de preparación. No olvidemos que como mamíferas que somos, estamos preparadas para producir la leche que requieren nuestras crías, así como ellas están listas para prenderse al pecho inmediatamente después de nacer.
Sin embargo, a partir de la masificación del consumo de fórmulas infantiles, impulsado por la poderosa industria trasnacional de alimentos para infantes, a buena parte de la humanidad se le ha cambiado la forma de alimentación específica de su especie y con esto, hemos estado a punto de perder por completo la cultura del amamantamiento.
Los pocos referentes que tenemos a nuestro alrededor, ha hecho que el conocimiento ancestral de cómo amamantar lo hayamos ido perdiendo, mientras nos invade gran cantidad de dudas, temores y mitos que muchas veces no logramos resolver antes de la llegada de nuestr@ bebé.
Desde nuestro trabajo de acompañamiento en lactancia y crianza te dejamos algunas recomendaciones de cómo comenzar este maravilloso viaja hacia el feliz amamantamiento de tu bebé desde la gestación:
1) Busca acompañamiento en la forma de un curso o taller sobre lactancia materna. Esto te ayudará a trabajar dudas, angustias y mitos alrededor del amamantamiento. Son mejores las actividades donde puedas ir acompañada de tu pareja, mamá o alguien cercano a tí, así podrás involucrar a tus seres queridos en el proceso de lactancia.
2) Evita lavar tus mamas y pezones con jabones fuertes que puedan remover su lubricación natural.
3) Si sientes tus pezones secos, puedes aplicar alguna crema suave, como lo harías con otras zonas de tu cuerpo.
4) Si experimentas goteo de calostro durante algún momento del embarazo, no te angusties, no es señal de nada negativo. No intentes extraerlo y trata de mantener tus pezones secos. Usualmente el goteo de calostro ocurre en mujeres con mamas grandes donde la glándula y tejido de soporte presiona el calostro hacia los conductos del pezón.
5) Si tienes las mamas grandes, te puede resultar cómodo usar sostén con buen soporte.
6) Si sientes tus pezones muy sensibles, intenta ponerlos al aire y un poco de sol, evitando la fricción con el sostén la mayor parte del tiempo.
7) Es recomendable dormir sin sostén y así mantener el sistema linfático libre de presiones en el torso.
8) Los masajes y estimulación de los pezones no son necesarios para producir más leche, ni preparar la forma de la mama y el pezón. Si puedes disfrutarlos durante la actividad sexual.
9) Todas las mamas son buenas para amamantar, su tamaño y forma de pezón no condiciona la capacidad de amamantar.
10) Es conveniente aprender la técnica de extracción manual, si decides extraer y almacenar un poco de calostro durante los primeros días después del nacimiento de tu bebé.
11) Ubica un sacaleche prestado de alguna amiga o familiar del que puedas disponer si te hace falta durante las primeras semanas de amamantamiento. También te será útil en la creación de tu banco de leche casero.
12) Tener a la mano un fular o portabebé artesanal puede ser de gran ayuda para llevar a tu bebé pegadit@ a tu cuerpo la mayor parte del tiempo.
13) Contar con un sostén y franela para amamantar puede ser una gran ayuda sobre todo cuando salimos de casa.
Fotografía realizada por la Cooperativa Lactarte
En realidad, el cuerpo femenino hace todo el trabajo de preparación. No olvidemos que como mamíferas que somos, estamos preparadas para producir la leche que requieren nuestras crías, así como ellas están listas para prenderse al pecho inmediatamente después de nacer.
Sin embargo, a partir de la masificación del consumo de fórmulas infantiles, impulsado por la poderosa industria trasnacional de alimentos para infantes, a buena parte de la humanidad se le ha cambiado la forma de alimentación específica de su especie y con esto, hemos estado a punto de perder por completo la cultura del amamantamiento.
Los pocos referentes que tenemos a nuestro alrededor, ha hecho que el conocimiento ancestral de cómo amamantar lo hayamos ido perdiendo, mientras nos invade gran cantidad de dudas, temores y mitos que muchas veces no logramos resolver antes de la llegada de nuestr@ bebé.
Desde nuestro trabajo de acompañamiento en lactancia y crianza te dejamos algunas recomendaciones de cómo comenzar este maravilloso viaja hacia el feliz amamantamiento de tu bebé desde la gestación:
1) Busca acompañamiento en la forma de un curso o taller sobre lactancia materna. Esto te ayudará a trabajar dudas, angustias y mitos alrededor del amamantamiento. Son mejores las actividades donde puedas ir acompañada de tu pareja, mamá o alguien cercano a tí, así podrás involucrar a tus seres queridos en el proceso de lactancia.
2) Evita lavar tus mamas y pezones con jabones fuertes que puedan remover su lubricación natural.
3) Si sientes tus pezones secos, puedes aplicar alguna crema suave, como lo harías con otras zonas de tu cuerpo.
4) Si experimentas goteo de calostro durante algún momento del embarazo, no te angusties, no es señal de nada negativo. No intentes extraerlo y trata de mantener tus pezones secos. Usualmente el goteo de calostro ocurre en mujeres con mamas grandes donde la glándula y tejido de soporte presiona el calostro hacia los conductos del pezón.
5) Si tienes las mamas grandes, te puede resultar cómodo usar sostén con buen soporte.
6) Si sientes tus pezones muy sensibles, intenta ponerlos al aire y un poco de sol, evitando la fricción con el sostén la mayor parte del tiempo.
7) Es recomendable dormir sin sostén y así mantener el sistema linfático libre de presiones en el torso.
8) Los masajes y estimulación de los pezones no son necesarios para producir más leche, ni preparar la forma de la mama y el pezón. Si puedes disfrutarlos durante la actividad sexual.
9) Todas las mamas son buenas para amamantar, su tamaño y forma de pezón no condiciona la capacidad de amamantar.
10) Es conveniente aprender la técnica de extracción manual, si decides extraer y almacenar un poco de calostro durante los primeros días después del nacimiento de tu bebé.
11) Ubica un sacaleche prestado de alguna amiga o familiar del que puedas disponer si te hace falta durante las primeras semanas de amamantamiento. También te será útil en la creación de tu banco de leche casero.
12) Tener a la mano un fular o portabebé artesanal puede ser de gran ayuda para llevar a tu bebé pegadit@ a tu cuerpo la mayor parte del tiempo.
13) Contar con un sostén y franela para amamantar puede ser una gran ayuda sobre todo cuando salimos de casa.
Fotografía realizada por la Cooperativa Lactarte
24.7.12
¿Deben los padres poner a dormir solos a sus bebés?
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Durante años la forma más natural de dormir junto a
nuestros hijos ha sido blanco de fuertes criticas y ataques infundados. En
nombre de la ciencia se nos ha impuesto un estilo de crianza basado en el
desapego, la falsa independencia y la autoridad, cuyas consecuencias estamos aún
por descubrir.
Si hace cinco mil años le
hubiéramos preguntado a la mujer de las cavernas si era bueno dormir con sus
hijos, o se lo preguntamos a mujeres de la mayoría de los pueblos no
occidentales, no tendrían dudas. Dormir con sus hijos significaba darles seguridad,
alimentarlos con su pecho, evitar que se ahoguen, protegerlos del clima y de
las fieras salvajes que asechaban durante la noche, en fin, significaba garantizarles
la vida.
Hoy en día, particularmente
en las sociedades occidentales, los padres tienen ideas confusas acerca de “si
deben o no” compartir el lugar de descanso/sueño nocturno con sus hijos e hijas,
lo que también se conoce como Colecho. Por
lo general madres y padres viven con angustia la confrontación entre su deseo
de contacto estrecho y permanente con su bebé y las recomendaciones e
imposiciones del entorno, especialmente de médicos que ejercen su poder hasta
en nuestras habitaciones, convirtiendo la intimidad familiar en un asunto
público y hasta político.
El colecho es tan controversial
como desconocido es su origen e importancia para el ser humano. Dormir junto a
la cría es la forma biológicamente más apropiada de dormir para los mamíferos
humanos, producto de siglos de evolución que junto al amamantamiento ha
garantizado la supervivencia de la especie, razón por la cual no es sólo una
practica ancestral sino la más común entre las culturas del mundo.
Si esto es así, entonces ¿por
qué a buena parte de la humanidad se le ha inducido a dejar “dormir” solos a
los bebés?
Las razones nada tienen
que ver con el bienestar de los niños y las niñas, ni de sus madres, sino más
bien con la imposición de falsas creencias sustentadas en el modelo hegemónico
de familia patriarcal, que reserva el cuerpo de la mujer a la satisfacción del
deseo del hombre y nos hace creer que esta es la única posibilidad de “vida de
pareja” y por otra parte en una falsa noción de que el amor y el apego crea
niños y niñas dependientes. Estas creencias han contado con el aval de la
industria de la medicina y de la alimentación artificial que desde hace 150
años ha utilizado argumentos -en apariencia científicos- para justificar el alejamiento
temprano del bebé mamífero de sus padres.
Durante años los estudios
realizados sobre sueño infantil fueron elaborados utilizando bebés alimentados
con fórmulas lácteas y dejados dormir en solitario, produciendo resultados que
la ciencia luego se encargó de convertir en estándares utilizados posteriormente
para “medir” el comportamiento de todos los bebés.
Bajo este esquema, un bebé
normal es aquel que puede volver a dormirse sin ayuda de los padres después de
despertar durante la noche, lo que en otras palabras significa dormir toda la
noche. A los padres se les dice que cuanto antes sus hijos adquieran estas “habilidades”
mejor, ya que éstas determinan la capacidad futura de desarrollar autoconfianza,
independencia y buenos patrones de sueño.
Además de establecer un falso
patrón de normalidad para el sueño infantil, la ciencia ha sembrado terror
entre los padres al vincular el colecho al Síndrome de Muerte Súbita del
Lactante, ocultando que la mayoría de estas muertes se producen en bebés que duermen
solos y que son alimentados con fórmulas infantiles.
De esta manera, por muchos
años los padres han sido engañados. Se les
ha hecho creer que lo normal es que los bebés duerman solos y apacibles en
hermosas cunas y decoradas habitaciones. No se les ha dicho que junto a la
soledad del lecho vacío viene el llanto, un mecanismo de defensa de los bebés
que los conecta con la vida y el cual según “recientes” métodos conductistas de
entrenamiento del sueño infantil, también debe ser ignorado por los padres.
Tras sus teorías aparentemente
modernas, estos seudocientíficos esconden deliberadamente cómo son los bebés
mamíferos humanos y cuales son sus necesidades físicas y emocionales. Ni que
decir, por supuesto, que esta separación intencional del bebé genera una muy
rentable "industria de la independencia infantil": monitores, cunas,
lencería, protectores, etc.
La realidad es que los bebés nacen muy inmaduros y necesitan,
tanto como la leche materna y el oxígeno para vivir, el cuerpo cálido y el
latido del corazón de su madre asegurándoles que todo está bien como cuando se
encontraban en el útero materno. Al momento de nacer y por mucho tiempo el bebé
no logra reconocerse como un cuerpo distinto al de su madre, quien continua
siendo su hábitat.
Cuando un bebé duerme con
su madre se produce una sensibilidad sensorial especial, hay menos episodios de
llanto en el bebé, más tiempo de descanso para toda la familia y mayor
producción de leche materna. La proximidad entre el bebé y sus padres aumenta
las posibilidades de resolver con mayor rapidez cualquier evento que suponga un
riesgo para este.
Por el contrario cuando un
bebé es puesto a dormir lejos de sus padres, se presenta un comportamiento esperable
en el bebé mamífero humano: la protesta. El bebé llora porque percibe la
soledad con gran angustia. Sus instintos más básicos lo alertan de un gran
peligro y se expone al estrés producido por la gran cantidad de cortisol que
segrega su cerebro.
Estudios demuestran que se producen alteraciones en el
ritmo cardiaco y respiratorio, así como en la regulación térmica y metabólica,
además en el mediano y largo plazo existe una mayor predisposición a
enfermedades mentales entre los bebés que de manera rutinaria se les ha dejado
llorar.
Dejar a los bebés dormir solos desconoce su naturaleza
mamífera y pone en peligro su salud y su vida. Las madres y padres deben hacer
un esfuerzo en reconquistar la maternidad-paternidad natural entendiendo que no
se trata de un asunto individual, que debe llevarlos a un cuestionamiento
profundo de este sistema que pone en primera fila la reproducción del capital a
costa de la salud y la vida de los seres humanos, incluidos los bebés.
El colecho
en nuestros pueblos indígenas
En las comunidades indígenas Piaroa y Yanomami de nuestro
país, el colecho es una práctica habitual que forma parte de la vida diaria. La
noche transcurre en chinchorros colocados en forma de columnas, unos sobre
otros. Los padres duermen más cercanos al suelo, mientras el bebé más pequeño
siempre duerme con su madre quien cubre sus necesidades de seguridad, calor y
alimento.
Cada quien
debe escoger
El colecho es una práctica que abarca distintas formas de dormir
junto a los hijos, puede ser compartiendo la misma cama o colocando al bebé en una
cama aparte cerquita de la de sus padres donde se produzcan dos de tres formas
de contacto: visual, táctil, auditivo. Cada familia debe escoger la forma que mejor
se adapte a sus circunstancias particulares.
20.5.12
El poder de estar juntas
Ayer en el Taller Almacenando Vida nuevamente tuve la sensación de que algo maravilloso ocurría mientras transcurrían las horas del taller y las mujeres-madres que allí estábamos nos empezábamos a conocer. A medida que cada una contaba su experiencia de maternaje, con sus alegrías y temores, con la impotencia que se siente de tanta incomprensión y desprecio hacia el instinto materno, se generaba una especie de sentimiento de solidaridad femenino muy poderoso.
Las tensiones escondidas iban cediendo a medida que las madres se daban cuenta que sus historias eran compartidas. La confianza comenzaba a surgir de la franqueza de sus relatos, dando paso a un profundo orgullo por la manera como cada una iba conduciendo su propia experiencia de maternidad y enfrentando los obstáculos que día a día aparecían de la mano de un entorno lleno de mitos y sin ganas de aprender de la nueva oportunidad que les ofrecía la vida: presenciar la transformación de una mujer en madre.
El ejercicio que hicimos de extracción manual de leche materna también trajo lo suyo. Nos dio la oportunidad de mirar con detenimiento nuestras mamas, de tocarlas, de conocerlas. Algunas madres se sorprendieron de cómo era esta la primera vez que hacían conciencia de sus pechos y al ver cómo del pezón salía primero gotas y luego diminutos chorritos de leche, aparecía en sus rostros una sonrisa de gloria.
Cuando una madre recibe acompañamiento amoroso, escucha atenta, sin sentirse juzgada, es capaz de relajarse, de conectarse con su ser mamífero y confiar, confiar en su capacidad de amamantar y de cuidar a su bebé. Su cuerpo se llena de oxitocina y todo fluye de manera natural y maravillosa. Esa mujer reconoce que no hay necesidad de delegar en ninguna otra persona, el poder de decidir sobre su propio cuerpo y sobre el bienestar de su bebé.
Una vez
más me convenzo que el poder de la maternidad es infinito y cuando estamos
juntas, lejos de la mirada de otros ajenos a nuestra realidad, a nuestras
emociones, damos rienda suelta a los instintos, nos sentimos poderosas,
capaces, hábiles, sabias. Las mujeres juntas somos una fuente de poder que nos
alimenta, nos hace fuertes.
Es cierto
que nuestro entorno muchas veces nos abruma, nos llena de dudas, de temores,
pero también es verdad que nosotras podemos permear con nuestra sabiduría de
mamíferas a los y las que nos rodean.
28.3.10
Mitos y falsas creencias alrededor de la lactancia materna
Mito 1: Sólo algunas mujeres pueden amamantar.
La capacidad de amamantar no es un don que tienen algunas mujeres y otras no. Las mujeres somos mamiferas, así que lo que nos define es nuestra capacidad de dar de mamar. La leche materna es nuestra sangre convertida en leche en la glándula mamaria por el efecto de un conjunto de hormonas que se liberan cuando el/la bebé succiona del pecho materno. Para amamantar sólo necesitamos que nuestro/a bebé succione de nuestro pecho con frecuencia. Mientras más estímulo reciba la mama, mayor cantidad de leche producirá.
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